Silencio, se piensa.
El Cardenal Sarah dijo que occidente se perdió por haber olvidado saber estar en silencio. Razón no le falta. La última vez que un hombre fue capaz de ver una película sin el móvil en la mano o de leer un libro sin los auriculares puestos ha quedado ya como parte de la mitología griega.
Entender el silencio como la falta de sonido es un error, entender el silencio como la falta de ruido es un acierto. He conseguido mayores silencios, en las barras de chapa de los bares de Madrid, rodeado por dos amigos que en las exquisitas bibliotecas de universidades privadas. En estadística se define al ruido como todo aquello aleatorio que se encuentra en una muestra, generalmente en forma de error o residuo. En mi cabeza se define al ruido como todo aquello que te aleja de lo que el hippie de turno denominaría ¨Meaningful life¨. Seguir en twitter a partidos políticos probablemente sea un gran ejemplo, sólo tiene downside.
Acabo de revisar el tiempo en pantalla de mi Iphone, aquí me desnudo con ustedes: 4h y 158 notificaciones diarias de media en la última semana, 4*7=28h. Un día a la semana gastado de la manera más inútil, ¿Querían reducir la jornada laboral a 4 días semanales? Prohiban el Iphone.
¿Lo entienden ahora? Somos incapaces de aguantarnos a nosotros mismos.